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EL VALLE DESHABITADO DE LA LUNA parte 5

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Mensaje  Admin Jue Dic 10, 2009 7:08 am

Nota: Este fic no me pertenece, solo lo publike aki. Nome pertenece!!! No

Capítulo 5 – Todo tiene su motivo
Hiroki respiró hondo. Después de la ira no venía precisamente la calma, tampoco podría definir aquella sensación como satisfacción, pero siempre encontraba un cierto alivio luego de que la rabia pasaba. El problema era que al alivio lo volvía a inundar la vergüenza.
Realmente odiaba perder el control. Sabía que de ser más honesto podría ahorrarse esas malditas escenas melodramáticas dignas de alguna telenovela cursi, pero ya no había vuelta atrás; el día había sido demasiado malo y Akihiko había terminado de empeorarlo al sacarlo de quicio con todas sus preguntas e insinuaciones estúpidas. Lo peor es que no era capaz de responderle nada, tan sólo se quedaba en silencio.
Cuando volvió a mirarlo, no pudo evitar recordar la primera vez que había estado en su casa, hacía ya diecinueve años. En un momento en que Akihiko lo dejó solo, la curiosidad se apoderó de él y acabó por leer el cuaderno en el que su amigo siempre escribía. Resultó ser una novela y como era muy buena no pudo dejar de leerla. Cuando Akihiko regresó y lo vio con su novela en las manos, se molestó mucho. Hiroki cerró los ojos. ¿Cómo había sido? Él le había dicho que estaba interesante y Akihiko no le creía… Algo así había pasado, pero sí recordaba que luego Akihiko se había quedado mudo, algo sonrojado y totalmente abochornado. Sus reacciones después de todo ese tiempo seguían siendo las mismas… En el fondo era muy sensible, a veces demasiado.
Hiroki abrió los ojos para contemplar en silencio a su amigo. Podía jactarse de ser una de las personas que más lo conocía y era de esperar que reaccionara de ese modo. Con la mirada perdida, los labios curvados en un gesto triste e incapaz de decir nada, Akihiko se veía totalmente indefenso. Dentro de poco terminaría por encerrarse más y más en sí mismo y luego pensaría más de la cuenta y se culparía de cosas que realmente ya no importaban. Él lo conocía demasiado bien y era por eso que siempre se esforzó por no hacer una declaración como esa, no era sólo el orgullo el que se lo impedía, sino que también el ahorrarle ese dolor…
Tenía que apresurarse a sacarlo de ese estado.
- ¡Deja de poner esa cara y ponte a pensar una forma de recompensarme! – exclamó Hiroki golpeando a Akihiko con su bolso – “Alrededor de la luna” sería una buena opción, ¿sabes?
Akihiko lo miró sorprendido, sin comprender aquel cambio, mientras se tocaba el hombro donde había recibido el golpe. Hiroki sonrió para sí, estaba confundido, pero su expresión había cambiado, ya no se veía tan desolado como antes.
- De Julio Verne, ¿entiendes? – dijo Hiroki aparentando seriedad – Y ojalá no te demores mucho en dármelo.
- Pero… - musitó Akihiko despacio interrogándolo con su mirada violeta.
- Nada de “pero”, y si te tardas más de la cuenta te pediré otro – resopló Hiroki.
Así como en las novelas, todo sucedía por una razón, pensó Hiroki. Después de todo, si aquel día Akihiko no hubiese dicho el nombre de Takahiro, si se hubiese dado cuenta de las cosas que sentía, jamás se habría ido a aquella plaza a llorar y jamás se habría topado con Nowaki. Sí, si Akihiko le hubiese correspondido aquella historia jamás si habría contado… Estaba feliz con el curso de las cosas, estaba feliz de estar con Nowaki, sólo su perseverancia y bondad habían sido capaces de hacer que olvidara su orgullo y le diera paso al verdadero amor, al compromiso y a todo lo que ello implicaba. Akihiko no hubiese logrado lo mismo en él. Por mucho que se comprendieran mutuamente en cuanto al dolor del amor no correspondido, aquello no bastaba para empezar una relación de verdad. Después de todo, tanto él como Akihiko tenían que aprender cosas que no podían enseñarse mutuamente; necesitaban aprenderlas de alguien más.
No había otra versión para esa historia, así como había ocurrido estaba bien.
- Como escritor sabes que nada en una obra sobra, todo tiene su motivo… - sonrió Hiroki – Lo que sentía por ti en ese tiempo… Es paradójico, aquella vez pensé que haciéndolo contigo podría transmitírtelo, pero en vez de que eso ocurriera, mi amor por ti se terminó…
- Si lo hubiese sabido yo no… - comenzó a decir Akihiko.
- No me hubieras dejado – sonrió Hiroki – Y probablemente hubiese seguido sufriendo en silencio por quién sabe cuánto tiempo… Pero gracias a eso pude abrir los ojos. Eso era lo que tenía que ocurrir para que hoy día pueda considerarme una persona tan afortunada.
Akihiko volvió a lanzarle otra mirada de sorpresa y Hiroki pronunció la sonrisa.
- Sí estamos saliendo, es más, estamos saliendo desde aquella época… - dijo Hiroki.
Hiroki le recordó a Akihiko aquella tarde que había ido a verlo a su departamento y Nowaki estaba con él. Akihiko todavía lo recordaba, aquel “Disculpe, me llevaré a Hiro-san”, y tampoco había olvidado aquel día en que se toparon en la calle y el joven alto se llevó a su amigo en la mitad de la conversación, o la última vez que se encontraron, aquella tarde de navidad en que le dio las gracias por haber cuidado de su “Hiro-san”.
- En aquella época nunca imaginé que pudiese llegar a ser tan feliz… - musitó Hiroki – Pero lo soy…
Hiroki cerró los ojos sin dejar de sonreír. Ahora no eran los recuerdos de su adolescencia los que ocupaban su mente, sino que eran los de los últimos siete años. Nowaki, Nowaki… Todos esos años, él siempre había estado ahí, de su lado, cuidándolo, queriéndolo, amándolo… Aguantando sus malos ratos, entendiendo sus momentos de silencio… Esforzándose siempre por darle lo mejor de sí.
Los rastros del enojo pasado, las huellas de la vergüenza, se iban borrando a medida que los pasos de la alegría iban marcando el sendero para su corazón. No sólo lo amaba, estaba orgulloso de poder estar a su lado… Nowaki era lo mejor en su vida.
Entre los recuerdos estaba aquella frase, aquella petición, “deja que sea yo quien te ame”. Estaba bien, quería ser amado, pero también debía hacer todo lo que estuviese en sus manos para corresponderle a Nowaki de la forma que se lo merecía; porque un hombre como él se merecía incluso más amor del que daba. Ahora recordó con amargura y culpa la pelea de la mañana. Tenía que abandonar el excesivo orgullo de una vez, hacerlo no sería atentar contra su identidad, porque después de todo aquella renuncia era algo hecho con amor, por amor.
Tenía que darse prisa.
- Akihiko, espero que tú también puedas ser así de feliz…
Hiroki le sonrió a su amigo y dándose media vuelta se dispuso a correr de vuelta a casa. Akihiko le preguntó a dónde iba, pero Hiroki no se detuvo para responderle, siguió adelante y le exclamó:
- A ver a mi Nowaki… ¡Y no te olvides del libro!
Tenía que apurarse, quería llegar pronto a casa y ver a Nowaki. Tenía que disculparse por la pelea de la mañana, tenía que abrazarlo, tenía que decirle que lo amaba mucho.
No se detuvo ni un momento, ni siquiera para tomar un poco de aire, no podía esperar, no quería esperar. No le importaba que aquella voz molesta de la razón le dijera que parecía un adolescente nervioso por su primera cita. No, ya no le iba a molestar más. Al menos no por esa noche; se iba a olvidar de las cosas lógicas, de las reglas y todo lo que le impidiese demostrar su afecto libremente.
Para su suerte y como lo deseaba no tardó en llegar. Entró al edificio corriendo, olvidó saludar al conserje y prefirió subir las escaleras en vez de esperar al ascensor. Abrió la puerta, entró, se descalzó rápido y dejando el bolso a un lado, llamó a Nowaki sin poder contener su emoción.
- ¡¿Nowaki?!
Hiroki se extrañó al no tener respuesta. ¿Acaso estaría durmiendo? Ese día sólo tenía turno en la mañana, ya debía estar en casa. Corrió a la habitación, pero no había nadie. Chequeó el resto del departamento y nada, no había señales de Nowaki. Sólo después de un instante se le ocurrió tomar su celular y ver si tenía algún mensaje. Nada tampoco.
El entusiasmo que lo inundó al llegar empezó a abandonarlo. ¿A dónde podría estar Nowaki? ¿Acaso habría decidido adelantar algún turno en el hospital dado que no pudieron almorzar juntos? Quizás sería más fácil llamarlo, pero la idea no le pareció tan buena. No quería disculparse por teléfono y sonaría muy extraño si le hablaba sin disculparse antes.
Pasaron unos minutos de indecisión hasta que se decidió a llamar. Aguardó un instante, pero Nowaki no le respondió; la voz del buzón le recibió. Dejó el celular a un lado, ahora el entusiasmo se esfumó por completo. Maldito día, ¿por qué no podían salir bien las cosas? Sería mejor acabar con él de una vez e irse a dormir.
Totalmente desanimado, Hiroki se puso de pie y se encaminó a la habitación, pero entonces un ruido de llaves en la puerta hizo que el corazón le diera un vuelco. El sonido de la puerta abriéndose, los zapatos en el suelo, luego los pasos descalzos; se dio vuelta justo a tiempo para ver a Nowaki que entraba cargando unas bolsas en las manos.
- Buenas noches, Hiro-san – sonrió Nowaki - ¿Me estabas llamando? Es que no podía contestar con las manos ocupadas… Y…
No, no esperó. No esperó a que Nowaki terminara la frase ni tampoco a que dejara las bolsas en el suelo, simplemente se colgó a su cuello en un abrazo de viva emoción.
- ¿Hiro-san? – preguntó Nowaki con una mezcla de alegría y sorpresa en la voz.
- Tonto, estaba preocupado – musitó Hiroki sin separarse.
- Fui a comprar comida para la cena – dijo Nowaki soltando las bolsas con cuidado - ¿Ya no estás molesto?
- ¿Por qué tendría que estarlo?
Hiroki apretó los ojos y abrazó a Nowaki con más fuerza. No era tan difícil, no era algo tan complicado…
O quizás sí lo era. Hiroki se separó lentamente y para escapar de la mirada interrogante de Nowaki, tomó las bolsas que estaban en el suelo y se dirigió a la cocina, reclamando que para la próxima sería mejor que le avisara, al menos por un mensaje. Apenas llegó a la cocina dejó las bolsas sobre la mesa y trató de armarse de valor. En teoría tenía todas las ganas y las intenciones, pero en la práctica no era tan fácil desligarse de la razón así como si nada. Además, ¿no sería raro cambiar de actitud de un minuto a otro como si nada? No sabía qué hacer, quería un poco de ayuda, que Nowaki se diera cuenta… No, Nowaki no tenía que hacer nada, era él el que tenía que tomar la iniciativa de una vez por todas.
- ¿Y cómo te fue con el trabajo en la universidad? – preguntó Nowaki que lo había seguido hasta la cocina – Ese que tenías que hacer con el profesor Miyagi…
- Ah, eso… - Hiroki se hundió de hombros – Espero que lo haya terminado, yo me fui antes, no fue una buena mañana…
Nowaki no le preguntó más cosas, sólo se dedicó a contarle cómo había sido su mañana en el hospital. Hiroki se alegró de escucharlo, pues al contrario de su día, el de Nowaki había sido muy animado. Y por alguna razón misteriosa, Nowaki estaba muy feliz, no podía dejar de sonreír. Por supuesto que tenía que encontrar la respuesta a esa pregunta, no entendía cómo podía estar tan contento aún después de la discusión de la mañana.
- ¿Por qué la sonrisa? – preguntó Hiroki mirándolo seriamente.
- Porque Hiro-san me recibió de forma muy dulce cuando llegué… - sonrió Nowaki – Es un día muy bueno…
Hiroki se sonrojó y desvió la mirada. Había sido sólo un abrazo y Nowaki le sonreía así tan feliz, como si acabase de recibir el mejor regalo del mundo. Él mismo no pudo evitar sonreír, lo adoraba. Esa sonrisa le daba el valor para dejar de luchar y dejarse llevar.
- Nowaki… - susurró Hiroki.
El nombrado se le acercó despacio, sonriéndole casi con complicidad. Hiroki no lo entendió del todo, pero tampoco quiso detenerse a investigar. Apenas Nowaki se agachó un poco y acercó su rostro al suyo, él lo acarició con las manos y lo besó en los labios. Aquella sensación tan cálida y tan dulce, no quería separarse nunca de su lado, pensó mientras Nowaki lo abrazaba… No sabía si la felicidad empezaba primero en su corazón o si en el de Nowaki, pero sabía cómo seguir aumentándola.
- Te amo, lo sabes, ¿verdad? – susurró despacio, separando los labios de los de Nowaki sólo un poco – Te amo mucho…
- Hiro-san… - sonrió Nowaki.
Hiroki sintió cómo se sonrojaba, pues sentía calor en las mejillas, pero no era vergüenza… No, estaba demasiado feliz, tanto que si Nowaki le sonreía sólo un poco más, llegaría a llorar de alegría. Nowaki volvió a besarlo acariciándole el cabello con sus largas manos, y Hiroki sintió que ya estaba completamente rendido, o al menos terminó de hacerlo cuando Nowaki despegó los labios de los suyos para susurrarle al oído lo mucho que lo amaba.
- Hiro-san… ¿Podemos hacerlo ahora? ¿No estás cansado?
- No… Es decir… No estoy cansado… - Hiroki le lanzó una mirada cohibida – Sí podemos…
Aunque el tiempo que tardaron en ir a la habitación, y allí desprenderse de la ropa le pareció muy corto, los minutos que siguieron después se hicieron largos, dulcemente largos. Su boca con la de Nowaki fundiéndose en un beso apasionado, sus manos en su pecho, las de él en su cabello… Quería estar siempre así, pero también deseaba sentir más, todavía más de todo lo que ya sentía… No quería pensar, ni un poco, a no ser que fuese solamente en el hombre que lo besaba y le sonreía con tanta ternura.
En cuanto Nowaki separó sus labios de los suyos, Hiroki bajó a su cuello para seguir besándolo. Su olor, el calor de su piel, todo le parecía perfecto. Con las manos iba trazando el camino que luego irían a recorrer sus besos.
- Hiro… - susurró Nowaki – No tienes que…
- ¿No tengo qué…?
Sus manos se habían detenido en la erección de Nowaki, acariciándola despacio. Espeaba que Nowaki tuviera alguna expresión placentera en su rostro, pero al contrario, parecía estar más divertido que excitado.
- Es que… - Nowaki se tocó la mejilla pestañeando rápido - ¿Vas a hacerme…?
- ¿Pues no es eso lo que querías en la mañana? – preguntó Hiroki un poco molesto y lanzándole una mirada seria.
- ¿Qué? – sonrió Nowaki.
Hiroki empezó a sentir que aquella atmósfera dulce y tierna empezaba a enturbiarse un poco, y los minutos se alargaban, pero no en deleite, sino más bien en desesperación. Intentando no enojarse le recordó a Nowaki lo que le había dicho en la mañana cuando estaban en la ducha.
- Oh, pero Hiro-san… Yo te había preguntado si no querías que yo te hiciera sexo oral a ti… No al revés – dijo Nowaki sonriendo y luego se llevó una mano a la cabeza – Ah, ahora entiendo por qué me empezaste a arrojar cosas tan de repente…
La sonrisa de Nowaki no se borró cuando Hiroki le arrojó la almohada en la cara y el resto de los cojines que había sobre la cama.
- ¿¡O SEA QUE HE ESTADO DE MAL HUMOR TODO EL DÍA POR NADA?! – le gritó Hiroki y cuando no tuvo más cosas que arrojarle le lanzó una mirada furiosa.
Nowaki se rió y abrazándolo le dijo al oído que si quería podía continuar lo que estaba haciendo, que no le molestaría y de respuesta recibió otro golpe en la cabeza.
- Ni hablar… - murmuró Hiroki y luego se cubrió el rostro con las manos – Esto es demasiado para mí…
Sí, ya había ocurrido, había vuelto la vergüenza y la voz que le ordenaba ser como antes. Estaba tan avergonzado que las mejillas le llegaban a doler de lo mucho que le ardían, pero Nowaki tomó sus manos y le descubrió el rostro para sonreírle de nuevo.
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- Por favor… Hiro-san…
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Hiroki desvió la mirada; era imposible decirle que no a esos ojos brillantes y a esa sonrisa tan cándida.
Bajó la cabeza hundiéndola despacio entre las piernas de Nowaki. Con una mano tomó su miembro desde la base y empezó a lamer la punta, para luego introducirla en su boca. Las caricias de las manos de Nowaki en su cabeza iban marcando el ritmo que tenían que seguir sus labios y su lengua. Aquella sensación, el calor en su boca, todo era desenfrenadamente excitante. Empezó a succionar y a lamer con más fuerza cuando las manos de Nowaki se tensaron jalando su cabello, pero su juego no prosiguió por mucho tiempo, porque el mismo Nowaki le pidió entre jadeos que se detuviera.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Hiroki separando su boca y con la respiración igualmente agitada - ¿N-no lo hago bien?
- No es eso…
Hiroki no tuvo tiempo de reaccionar cuando Nowaki lo besó en la boca y con las manos todavía en su cabello, lo empujó acostándolo. Sin dejar de besarlo lo tomó de los muslos y colocó sus rodillas sobre sus hombros. Hiroki ladeó el rostro dejando escapar un gemido cuando sintió el miembro de Nowaki apoyarse entre sus nalgas.
- Lo siento, Hiro-san, no puedo aguantar más.
Hiroki le lanzó una mirada nerviosa a Nowaki cuando terminó de pronunciar aquellas palabras, pero tuvo que cerrarlos de inmediato cuando éste lo penetró sin más aviso que aquella disculpa. No pudo reprimir el grito producto de la extraña mezcla de placer y dolor; el miembro de Nowaki apenas lubricado lo había penetrado con una facilidad que no dejaba de ser dolorosa, aunque aquel sonido húmedo del golpeteo que hacía el cuerpo de Nowaki contra el suyo, no tardó en hacerle olvidar las molestias que sentía. Las manos grandes de su amante sujetaban sus caderas, mientras lo embestía a un ritmo desquiciante. Tuvo que deslizar sus propias manos a su erección para frotarla rápidamente; el placer invadía cara poro de su piel, que como la de Nowaki se perlaba por el sudor.
- No..No..Nowaki… - gimió Hiroki apretando las manos – Voy a…
Hiroki no pudo completar sus palabras porque Nowaki había pegado los labios a los suyos en un beso vehemente, y tampoco pudo contenerse cuando Nowaki empujó su cuerpo, penetrándolo con mayor profundidad. Cerró los ojos, mordiendo el labio inferior de Nowaki al sentir aquella sacudida, aquel estremecimiento que partía entre sus piernas para luego desplazarse por todo su cuerpo hasta dejarle la mente en blanco. Entre sus dedos se deslizaba el líquido caliente, producto de su orgasmo, y en sus ojos brillaban las lágrimas que terminaron de caer cuando Nowaki alcanzó su orgasmo, apretando su cuerpo contra el suyo.
- Hiro-san…
Nowaki le bajó las rodillas de sus hombros despacio, sin separarse de él, y entonces Hiroki aprovechó para rodear su cuello con los brazos, abrazándolo fuertemente.
- Nowaki, Nowaki… Te amo mucho.
- Yo también, yo también – susurró Nowaki acariciándole el rostro con las manos.
Hiroki cerró los ojos cuando Nowaki volvió a besarlo. Se quedaron así entre besos y caricias sintiendo que no podían ser más felices hasta que finalmente el sueño se apoderó de ambos.


A la mañana siguiente el sol brillaba radiante avisando que un día nuevo y mejor empezaba. O al menos así quiso pensarlo Nowaki.
- ¡¿Por qué no me despertaste?! – gritó Hiroki entrando a la sala hecho un huracán – Voy a llegar tarde otra vez, maldición…
- No olvides tu almuerzo – sonrió Nowaki tratando de no reírse.
Hiroki se dirigió al vestíbulo y se calzó los zapatos para luego tomar su bolso. Nowaki lo siguió para alcanzarle el almuerzo, que Hiroki tomó con algo de prisa.
- Nos vemos después… - musitó Hiroki.
- Que tengas un buen día – le deseó Nowaki.
Lo siguiente, era algo que rompía la rutina matutina, y Nowaki en su interior lo agradeció con alegría. Hiroki acercó su rostro al suyo y lo besó tiernamente, luego se separó y le deseó que tuviera un buen día también.
- Lo tendré, sin duda – dijo Nowaki con seguridad.
FIN. cat

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